Coplas del yacaré
Poema con ironía para niños sobre la ternura y la palabra Nota introductoria El yacaré, tan presente en los esteros y los ríos del Paraguay, donde está el autor a la hora de escribir estos versos, no inspira en ellos ni temor ni curiosidad exótica, sino ternura. Su nombre, de raíz guaraní, suena a verbo en futuro —amaré, querré, seré—, como si lo natural anunciara lo que el hombre aún espera de sí mismo: la quietud, la inocencia, la compañía sin exigencia. Estas coplas nacen de esa contemplación: el deseo de convivir con lo salvaje sin dominarlo, de llevarlo al paseo de El Alamillo como un amigo más, y el remordimiento inevitable ante la fragilidad de su destino. Es así. Obviamente las figuras que utilizo son exageradas e imposibles, llaman a extrañeza y tienden a provocar asombro. Eso es lo que deseo suscitar en pequeños, y alguna ocasional sonrisa en los grandes. Coplas del yacaré Callado está el yacaré, ni triste ni vigilante, se confunde entre la yerba, verde sombra palpitant...