Elegía a un tipo de mujeres
En calles solitarias, donde la noche se despliega,
cuatro mujeres ríen, su alegría es un reflejo
de una felicidad que, sin embargo, parece ajada,
triste, como si faltara algo en su esencia.
¿Por qué, oh musas, su júbilo me parece incompleto?
¿Será que en mi mente antigua, quizá retrógrada,
contemplo la felicidad como un dúo perfecto,
donde la presencia del otro sexo es estructura presente?
La ausencia de manos masculinas que las acompañen
parece dejar un vacío, un hueco en su alegría.
No es que necesiten permiso para ser felices,
sino que, quizá, la plenitud se halla en la dualidad.
Su risa resuena, pero mi corazón percibe
una melancolía subyacente, un susurro de tristeza.
No sé si es mi percepción la que está errada,
o si, en efecto, la soledad puede ser una carga.
En este cuadro, veo más que una simple reunión,
veo la complejidad de la condición humana.
La felicidad, ¿es plena sin la mirada del otro?
¿O es que mi visión está teñida de nostalgias pasadas?
La noche sigue su curso, y ellas continúan riendo,
pero en mi mente queda la duda, el cuestionamiento.
¿Es la ausencia una sombra que oscurece su alegría?
¿O es que la plenitud se encuentra en la libertad de ser?
En este himno a la duda, celebro la complejidad,
la riqueza de emociones que nos hacen humanos.
Y aunque no tenga respuesta, sigo contemplando,
la belleza de su risa, aunque parezca ajada.
El libro completo está aquí
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