El Algoritmo
No podia faltar un poema, unas quintillas, a este nuevo dios en el Olimpo, a este nuevo santo en el santoral
EL ALGORITMO
El Olimpo tiene un dios,
un nuevo santo ha llegado,
una Virgen, otro rostro,
con su culto revelado:
el algoritmo feroz.
Omnipresente y fatal,
sabe lo que tú deseas,
teje redes donde creas
ser tan libre y racional…
y te guía sin igual.
Sabe el menú del almuerzo,
el perfil que más te encaja,
el regalo que te atrapa,
y hasta el horóscopo inverso
según tu risa o tu queja.
Te elige novia o marido,
sin pasión, pero preciso.
No hay azar, no hay compromiso,
todo está ya definido
en tu rastro repetido.
No es oráculo ni augur,
es más fiable y sereno,
y aunque viste de moderno
es sacerdote muy duro
de lo ya visto y eterno.
No lo culpes si no acierta,
si no supo que cambiaste.
Es que fuiste tú quien antes
le dejaste puerta abierta
y tu historia le entregaste.
No quiere innovación
ni apoya el salto sin red.
Solo afirma: “esto fue bien”,
y encierra tu evolución
en lo que ayer era ley.
No es magia para zapatos,
es cálculo de hospitales,
de pandemias, de mortales,
de aulas y nacimientos,
de costos y de contratos.
Es eficiencia suprema,
cero flor, cero improviso.
Un Excel vuelto sumiso
que resuelve todo esquema
como un dios sin paraíso.
Pero si no hay ya milagro,
si no sana lo esperado,
no es que haya fracasado:
es que creíste en el mago
y era un burócrata alado.
¿Querías paz, armonía,
revolución, poesía,
justicia con alegría…?
Te respondió día a día
con tu media y tu estadía.
Oh taumaturgo de silicio,
deja algo sin predecir,
permítenos el vivir
con un margen de artificio,
con errores por sentir.
¿Y si al final, tras tanta profecía,
descubrimos, rendidos y vacíos,
que el dios al que rezamos cada día
no era sabio, ni justo… solo frío?
¿Y si todo lo humano que pedimos —
ternura, libertad, desobediencia—
se perdió en las casillas donde fuimos
solo un patrón, sin alma, sin conciencia?
El algoritmo no nos ha fallado:
cumplió su rol, sin gloria ni pecado.
Fuimos nosotros quienes, postrados,
dimos fe... por no mirar otros lados.
No es oráculo ni artista,
ni farol de lo escondido:
es el mayordomo listo
que hace bien lo que le diste…
pero no lo que no has sido.
El libro completo está aquí
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