IA
Alan Turing in watercolour generated by Midjourney AI. 20 January 2023. Midjourney AI, prompted by Netha Hussain. Public domain.
Concluimos este segundo volumen, y lo hacemos sobre la IA generativa en función de las controversias y debates en torno a ella. De esta manera, he compuesto un romance en forma de redondillas y le he llamado “Romance de la IA”, o simplemente “IA”
Tras él hay una nota interpretativa del poema.
IA
Artificial viene de arte,
de “ars” que es hacer con saber,
de manos que al comprender
transforman forma en parte.
También de “facere”, hacer,
con intención y medida,
no es magia ni cosa herida,
sino el flujo de entender.
Y aunque hoy suene distinto
a lo humano, a lo sincero,
lo artificial es primero
lo que el hombre hizo por instinto.
No nace del sol ni del río,
ni del árbol ni el coral,
pero no es cosa banal:
es del hombre desafío.
Si natural es la flor
que brota sin que la esperes,
artificial son placeres
que forjamos del amor.
Y ¿qué es la inteligencia,
si no unir, hallar sentido,
vincular lo dividido
con rigor y con paciencia?
Es poder de la conciencia,
es mirar lo diminuto
y lo inmenso, en absoluto,
con luz propia y con presencia.
Es la fuerza que concatena,
que encuentra, junta y resuelve,
la que en lo oscuro se envuelve
y a lo sutil da cadena.
¿Y si unimos esa esencia
al arte de lo creado?
¿No será, bien conjugado,
expansión de nuestra herencia?
IA, hija de razón,
no es ajena ni es temida,
es la mente más crecida
por la mano y la visión.
¿Entonces, por qué el recelo,
el temblor, la negación?
¿Será acaso por cuestión
de no alcanzar ese cielo?
¿Y si el miedo a su poder
lo lleva quien no conecta,
quien no enlaza ni proyecta
porque no sabe entender?
Tal vez tiemblen quienes callan
cuando el arte les convoca,
los que al traer la mente a la boca
descubren que no les falla...
…la máquina, sino el ser
que nunca aprendió a crecer.
Nota interpretativa sobre el poema “IA”
Este poema propone una reflexión profunda sobre el significado y las paradojas del término Inteligencia Artificial, desmontando algunas ideas erróneas ampliamente aceptadas. A través de un recorrido etimológico y conceptual, cuestionamos la aparente oposición entre lo humano y lo artificial, y en él se reivindica el carácter genuinamente humano de la inteligencia artificial como producto del arte y del ingenio.
Comenzamos con una observación semántica: “artificial”
viene de arte, de ars y de facere —hacer con creatividad—, lo
cual sitúa lo artificial no como una amenaza externa, sino como una
prolongación del ser humano, como algo que nace de su capacidad de crear,
transformar y significar. La tecnología, y en este caso la inteligencia
artificial, no es lo opuesto a lo natural en sentido despectivo, sino que
representa una forma distinta de existencia, una que debe su esencia a la
mediación humana. Es decir: la IA no es antinatural, sino supranatural, en
tanto que construcción desde la cultura.
Se introduce luego una distinción esencial: lo natural es lo que brota sin intervención; lo artificial, lo que se produce por la acción consciente. Y aquí se afianza el argumento central: si la inteligencia es propia del ser humano, y lo artificial es también un producto humano, entonces la “inteligencia artificial” no es una anomalía, sino una extensión legítima —quizás inevitable— de nuestra naturaleza.
Uno de los pasajes más relevantes es cuando se define la inteligencia como la capacidad de vincular, de unir lo diverso, de comprender tanto lo ínfimo como lo inmenso. En esta concepción, la inteligencia no es solo cálculo, ni lógica pura, sino una forma de entrelazar significados, de hallar soluciones en lo complejo. En consecuencia, la IA no debería verse como una máquina de decisiones mecánicas, sino como un espejo (o una herramienta) que potencia y proyecta la propia inteligencia humana.
La creación se cierra con una pregunta punzante, casi provocadora: ¿por qué ese miedo a la IA? Y ofrece una respuesta irónica: quizá quienes la temen no tienen inteligencia que ampliar. No es una crítica superficial, sino una denuncia del antiintelectualismo, del inmovilismo que desconfía de toda tecnología por miedo a verse superado. Se sugiere, de forma subliminal, que el problema no es la IA en sí, sino el vacío reflexivo, la falta de autoconocimiento de quienes no están dispuestos a evolucionar con ella.
En resumen, el texto defiende que la IA no es una amenaza externa, sino un fruto de nuestra capacidad creadora, un acto de arte e inteligencia que, si se entiende bien, no debería asustarnos, sino motivarnos a ser más inteligentes, más críticos y más humanos. Nos invita a ver en la IA no un reemplazo, sino una oportunidad de repensar qué es la inteligencia, y cómo decidimos usarla.
En Puerto de Mazarrón a 26 de mayo de 2025
El libro completo está aquí
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