Soneto a Francisco López Baeza
Retrato de una niña. Pintura de Juan Bonafé Bourguignon. Pintor en cuya casa vivió, después que él, Paco López Baeza y donde tuvimos interminables conversaciones. A la niña la conocí de anciana en el puesto que regentaba la esposa del diputado y él mismo, ya en su jubilación, en la Plaza de la Fuente de La Alberca.
El viernes, en Puerto de Mazarrón, me confirmaron el fallecimiento de Paco öpez Baeza. He escrito este soneto, ahora que hago cosas así. Habría que explicar muchas cosas que dan la clave para estas palabras. Otro día lo haré, con más tranquilidad.
A Francisco López Baeza con dolor,
un amigo y un maestro que desaparece.
(Soneto)
tu muerte en Mazarrón, sombra callada,
y en mi pecho la pena desbordada
desgarra con su filo mi paraíso.
Discutimos, forjamos compromisos,
con sueños de un progreso en la alborada,
la Alberca fue la meta anhelada,
feliz y libre, al fin, sin atavismos.
Fuiste voz de las Cortes, luz primera,
y en mi alma guardo, fiel, tu testamento:
una carta nonnata y verdadera.
Junto al fuego, en las noches del talento,
con Bonafé, la idea más sincera:
serás recuerdo eterno en mi lamento.
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